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Verano 2022 | Ponele poesía a tu vida

Entre lectoras y lectores, reunidos en torno a la Biblioteca Pública Alfonsina Storni y por iniciativa de Patricia Faure, se armó un intercambio de textos clásicos y otros propios, como un adelanto del Día Mundial de la Poesía que por decisión de la UNESCO se celebra desde 1999, tal como nos recordó el poeta amigo Carlos Sánchez. Compartimos algunos de ellos:

Aporte de la lectora Gladis:

Gente neceasaria
Hamlet Lima Quintana

Hay gente que con solo decir una palabra
enciende la ilusión y los rosales,
que con sólo sonreír entre los ojos
nos invita a viajar por otras zonas,
nos hace recorrer toda la magia.
 
Hay gente, que con solo dar la mano
rompe la soledad, pone la mesa,
sirve el puchero, coloca guirnaldas.
Que con solo empuñar una guitarra
hace una sinfonía de entrecasa.
 
Hay gente que con solo abrir la boca
llega hasta todos los límites del alma,
alimenta una flor, inventa sueños,
hace cantar el vino en las tinajas
y se queda después, como si nada.
 
Y uno se va de novio con la vida
desterrando una muerte solitaria,
pues sabe, que a la vuelta de la esquina,
hay gente que es así, tan necesaria.

Aporte de Zulema Hermida:

“Poesía” de Zulema Hermida.

Aporte de Julio Garcia (bombero del Destacamento de Canning):

El sembrador
Blanco Belmonte

De aquel rincón bañado por los fulgores
del sol, que nuestro cielo triunfante llena,
de la florida tierra donde entre flores
se deslizó mi infancia dulce y serena,
envuelto en los recuerdos de mi pasado,
borroso cual lo lejos del horizonte,
guardo el extraño ejemplo nunca olvidado,
del sembrador más raro que hubo en el monte.

Aún no se si era sabio, loco o prudente
aquel hombre que humilde traje vestía;
sólo se que al mirarle la gente
con profundo respeto se descubría.
Y es que acaso su gesto severo y noble
a todos asombraba por lo arrogante:
¡hasta los leñadores mirando al roble
siente las majestades de lo gigante!

Una tarde de otoño subí a la sierra
y al sembrador sembrando, miré risueño.
¡Desde que existen hombre sobre la tierra
nunca se ha trabajado con tanto empeño!
quise saber curioso, lo que el demente
sembraba en la montaña sola y bravía;
el infeliz oyome benignamente
y me dijo con onda melancolía:
siembro robles y pinos y sicomoros;
quiero llenar de frondas esta ladera,
quiero que otros disfruten de los tesoros
que darán estas plantas cuando yo muera

¿Por qué tantos afanes en la jornada
sin buscar recompensa?, dije. Y el loco
murmuró, con las manos en la azada:
acaso tu imaginas que me equivoco,
acaso por ser niño, te asombre mucho
el soberano impulso que mi alma enciende;
por los que no trabajan, trabajo y lucho,
si el mundo no lo sabe, ¡Dios me comprende!

Hoy es el egoísmo torpe maestro
a quien rendimos culto de varios modos:
si rezamos, pedimos solo el pan nuestro,
¡nunca al cielo pedimos pan para todos!,
en la propia miseria los ojos fijos,
buscamos las riquezas que nos convienen
y todo lo arrostramos por nuestro hijos.
¿Es que los demás padres hijos no tienen...?
Vivimos siendo hermanos sólo en el nombre
y en la guerras brutales con sed de robo,
hay siempre un fraticida dentro del hombre,
y el hombre para el hombre siempre es un lobo.

Por eso cuando al mundo triste contemplo,
yo me afano y me impongo ruda tarea
y sé que vale mi pobre ejemplo,
aunque pobre y humilde parezca y sea.
¡Hay que luchar por los que no luchan!
¡Hay que pedir por todos los que no imploran!
¡Hay que hacer que nos oigan los que nos escuchan!
¡Hay que llorar por todos los que no lloran!

Hay que ser cual abejas que en la colmena
fabrican para todos dulces panales,
hay que ser como el agua que va serena
brindando al mundo entero frescos raudales,
hay que imitar al viento, que siembra flores
lo mismo en la montaña que en la llanura
y hay que vivir la vida sembrando amores,
con la vista y el alma siempre en la altura...

Dijo el loco... y con noble melancolía
por las breñas del monte siguió trepando,
y al perderse en las sombras aún repetía:
¡Hay que vivir sembrando! ¡Siempre sembrando!...

Aporte de Liliana Agüero:

Nada te turbe, nada te espante
Santa Teresa de Ávila

Nada te turbe,
nada te espante,
todo se pasa,
Dios no se muda.

La paciencia
todo lo alcanza;
quien a Dios tiene
nada le falta:
sólo Dios basta.

Eleva el pensamiento,
al cielo sube,
por nada te acongojes,
nada te turbe.

A Jesucristo sigue
con pecho grande,
y, venga lo que venga,
nada te espante.

¿Ves la gloria del mundo?
Es gloria vana;
nada tiene de estable,
todo se pasa.

Aspira a lo celeste,
que siempre dura;
fiel y rico en promesas,
Dios no se muda.

Ámala cual merece
bondad inmensa;
pero no hay amor fino
sin la paciencia.

Confianza y fe viva
mantenga el alma,
que quien cree y espera
todo lo alcanza.

Del infierno acosado
aunque se viere,
burlará sus furores
quien a Dios tiene.

Vénganle desamparos,
cruces, desgracias;
siendo Dios su tesoro,
nada le falta.

Id, pues, bienes del mundo;
id, dichas vanas,
aunque todo lo pierda,
sólo Dios basta.

Aporte de Agustina Davio:

Piu Avanti
Almafuerte

No te des por vencido, ni aun vencido,
no te sientas esclavo, ni aun esclavo;
trémulo de pavor, piénsate bravo,
y arremete feroz, ya mal herido.
Ten el tesón del clavo enmohecido
que ya viejo y ruin, vuelve a ser clavo;
no la cobarde intrepidez del pavo
que amaina su plumaje al primer ruido.
Procede como Dios que nunca llora;
o como Lucifer, que nunca reza;
o como el robledal, cuya grandeza
necesita del agua y no la implora…
¡Que muerda y vocifere vengadora,
ya rodando en el polvo, tu cabeza!

Aporte de Griselda, docente:

Romance del conde Niño
Anónimo

Conde Niño por amores
es niño y pasó a la mar
va a dar agua a su caballo
la mañana de San Juan.
Mientras su caballo bebe,
él canta dulce cantar:
todas las aves del cielo
se paraban a escuchar.
La reina estaba labrando,
la hija durmiendo está:
—Levantaos Albaniña,
de vuestro dulce folgar,
sentiréis cantar hermoso
la sirenita del mar.
—No es la sirenita, madre,
la de tan bello cantar,
sino es el Conde Niño
que por mi quiere finar.
—Si por tus amores pena,
¡oh, mal haya su cantar!
y porque nunca los goce,
yo le mandaré matar.
—Si le manda matar madre,
juntos nos han de enterrar.
El murió a la medianoche,
ella a los gallos cantar ;
a ella, como hija de reyes,
la entierran en el altar ;
a él, como hijo de conde
unos pasos más atrás.
De ella nació una rosal blanco,
de él nació un espino albar ;
crece el uno, crece el otro,
los dos se van a juntar.
La reina llena de envidia
ambos los mandó cortar;
el galán que los cortaba
no cesaba de llorar.
De ella naciera una garza
de él un fuerte gavilán,
juntos vuelan por el cielo,
juntos vuelan par a par.

Aporte de Nelly Borzone: “Comparto mi primera poesía. Empecé a escribir cuando tenía 13 años. Antes de los cuentos, hacía poesías”.

“Atardecer” de Nelly Borzone.

Aporte de Graciela:

¡Te extraño!
Graciela Rodecker

Te extraño. Te lo digo todo el tiempo. Extraño verte y que me des un beso. Extraño estar con vos. Conversar y reírme. Extraño escucharte cuando me contás cosas. Anécdotas. Problemas. Alegrías o tristezas. Extraño acariciarte el pelo y besar tu frente. Hacerte mimos para que los recuerdes. Extraño tus besos, pero tanto tanto. No sé qué tienen. ¿Un embrujo? ¿Un hechizo? Un sabor dulce que me enloquece. Y si no los tengo, y si tardo en volver a tenerlos... mi boca se marchita.. se seca.. Y queda inerte. Extraño tu sonrisa. Extraño tus manos, que junto con las mías van caminando. Y te sigo extrañando. Hasta que no te vea y te tenga a mi lado. Y en ese mismo momento ya te voy extrañando, porque cada minuto que va pasando se va yendo y quiero volver a dártelo. Sé que sueño imposibles, pero no quisiera que esto termine nunca. Quiero poder disfrutarlo. No olvides, mi amor. Que yo te sigo esperando. Esa palabra. Ese llamado. Ese beso tan deseado. No olvides mi vida. Que yo te sigo extrañando.

Aporte de Alicia Groba:

Dice un cuento israelita que un joven fue a visitar a un sabio consejero y le contó sobre las dudas que tenía acerca de sus sentimientos por su familia. El sabio lo escuchó, lo miró a los ojos y le dijo sólo una cosa:
—Ámala.
Y luego se calló.
El muchacho dijo:
—Pero, todavía tengo dudas...
—Ámala —le dijo de nuevo el sabio.
Y, ante el desconsuelo del joven, después de un breve silencio, le dijo lo siguiente:
Hijo, amar es una decisión, no un sentimiento.
Amar es dedicación y entrega. Amar es un verbo y el fruto de esa acción es el amor.
El amor es un ejercicio de jardinería.
Arranque lo que hace mal, prepare el terreno, siembre, sea paciente, riegue y cuide.
Esté preparado porque habrá plagas, sequías o excesos de lluvias, pero no por eso abandone su jardín.
Ame, es decir, acepte, valorice, respete, dé afecto, ternura, admire y comprenda.
Simplemente, ame.
¿Sabes por qué?
Porque la inteligencia, sin amor, te hace perverso.
La justicia, sin amor, te hace implacable.
La diplomacia, sin amor, te hace hipócrita.
El éxito, sin amor, te hace arrogante.
La riqueza, sin amor, te hace avaricioso.
La docilidad, sin amor, te hace servil.
La pobreza, sin amor, te hace orgulloso.
La belleza, sin amor, te hace ridículo.
La autoridad, sin amor, te hace tirano.
El trabajo, sin amor, te hace esclavo.
Y LA VIDA SIN AMOR, NO TIENE SENTIDO.
Que mejor época para reflexionar y convertir todo lo que no nos permite crecer como seres humanos, el motor que mueve el mundo es el AMOR.

Aporte de Ester Fernández: “Me encantó la propuesta. No mandé ninguna poesía. Pero me encantó leerlas”.

Aporte de Verónica Sosa: “Mando un poema leído. Es de Franco Rivero”.